Al comenzar el otoño he
revisado archivos de documentos que he ido guardando durante
mucho tiempo. Para mi grata sorpresa encontré
escritos que
realicé muy posiblemente sobre el año 1984. Si la
memoria no se equivoca en ese año fui a clases de mecanografía.
Para practicar mis habilidades tenía
una máquina
de escribir…..... Con ella copiaba contenidos de libros,
revistas que me parecían interesantes. Y con estos tesoros guardados y
olvidados en mi memoria he topado. El papel tiene el tono sepia y
signos de correcciones. Como no podía ser menos están agujereados para
guardarlos en la carpeta archivo.
Sobre todos ellos, dos llamaron más mi
atención: El referido a la Organización Social en Cantabria y un
apunte sobre el escudo de uno de mis apellidos: Torriente.
A continuación vuelvo a
copiar, el nombrado primero: Organización social. Tiene las
siguientes anotaciones: Cantabria a través de la historia. Página
220 de Lecturas de Cantabria-Antología Didáctica.
Edit.: Universidad de Santander.
Espero resulte interesante o al menos
curioso.
“Una de las cosas que
más nos sorprenden, al estudiar la estructura social del pueblo de
Cantabria a través de los escritos clásicos es la presencia de
ciertos rasgos matriarcales. A la verdad que esto no sólo nos causa
extrañeza a nosotros, sino que también llamó poderosamente la
atención a los geógrafos de la antigüedad. Esta cierta
preponderancia social de la mujer no fue sólo privativa de los
cántabros,
sino también de los otros pueblos del norte peninsular
desde Galicia a Vasconia. No obstante, los
datos más abundantes y significativos se atribuyen a los cántabros.
En los matrimonios, que
eran monógamos, incumbía al varón aportar su dote, por lo que
parece que la verdadera propietaria de los bienes familiares debía
ser la mujer y no el marido. Esto se confirma porque las herencias se
trasmitían por línea femenina, heredando las hijas y no los hijos.
Finalmente desempeñando las hermanas un papel preponderante en el
seno de la familia, eran estas quienes tenían que preocuparse de
buscar mujer adecuada a sus hermanos. Este relevante prestigio de la
mujer en la sociedad está muy en consonancias con los daos que
sabemos acerca de ella, que nos la presentan como trabajadora
habitual en el campo, y dotada de gran fortaleza física, puesto que
podía dar a luz durante su trabajo, ocupándose ella misma de lavar
al niño en un arroyo y fajarle, según nos cuenta Estrabón.
Sin embargo, ciertos
indicios nos permiten sospechar que no se trataba de un matriarcado
puro, sino atenuado por el desarrollo de ciertos elementos de
carácter patriarcal; ello debido acaso a la mezcla de distintas
culturas en fases pretéritas de la historia del pueblo. Así sabemos
que la autoridad residía en el hombre y no sólo en asuntos de
guerra, sino también a nivel familiar – recuérdese la anécdota
ya contada del padre que da orden al hijo de matarle a él y a su
mujer-. También conocemos la existencia de jefes de algunos grupos
sociales e incluso de consejos de ancianos o senados. La práctica de
la “covada”, bárbara costumbre según la cual, después de dar a
luz la mujer, el marido se mete en la cama y es atendido por ella,
fue también practicada por los Cántabros, y es interpretada por
algunos etnólogos como un elemento de recuperación progresiva del
prestigio masculino una sociedad matriarcal que empieza a dejar de
serlo.”
Hace algo más de una
hora que he salido, en el tren Alvia de la estación de tren
Chamartín,
de Madrid. Me dirijo a mí
siempre entrañable Cantabria que no tengo intención de olvidar.
La frase que inicia este
blog es: “Entre Anjanas, flores, bosques y ríos se anda el
camino”. No deja de ser una referencia a mi camino. Todo ello se
encuentra en Cantabria
y es infinita.