Gratitud es lo que hoy
siento. Sentimiento y emoción que está a flor de piel.
Gratitud por la vida que
tengo.
Hoy no puede haber otro
sentimiento más intenso.
Eran las nueve de la
mañana cuando, junto a mi amiga Mª Cruz, hemos acudido a una sesión
de yoga. La mañana resultaba muy propicia. Es domingo y hemos
cambiado nuestra costumbre de salir a caminar por conocer al grupo de
yoga, que se está reuniendo en el parque.
Mis primeras clases las
recibí gracias a mi entrañable amiga Begoña. Me invito a
participar y comencé a formarme con su maestra en yoga: Mar Ovalle.
Esto sucedió a principios de los años noventa.
Comenzó la clase con un
saludo al sol. Los ejercicios se realizaban de forma muy grata. Iba
recordando mis primeras clases. Resulta un momento mágico. Volver a
trabajar la respiración, ver como la mente y el cuerpo se encaminan
en los ejercicios. La profesora nos prestaba atención personal. Se
notaba nuestra falta de práctica. En mi caso han pasado varios años
desde las últimas clases que recibí.
Al finalizar, le hice
participe a mi amiga de los recuerdos que venían a mi mente.
¡Qué recuerdos habían
surgido con esta profesora! ¡Como había recordado las primeras
clases en que había participado en otro parque!.
Y, la gratitud surgió
sin más. Simplemente al presentarnos y comentar mis recuerdos. Fue
sencillo. La profesora hoy era Alicia Ovalle, la hermana de mi
primera maestra en yoga: Mar.
La emoción y el
sentimiento de gratitud se amplifico al poder mostrar mi
reconocimiento, mis experiencias vividas y sobre todo a las personas
con las que lo compartí. Les hice participes de mis sentimientos y
los lazos se estrecharon con el grupo.
La emoción me embargó
muy gratamente. Las lagrimas afloraron a mis ojos. No era tristeza,
ni pena. Todo lo contrario alegría y sonrisas. No podía ser de otro
modo. Los recuerdos eran buenos. Las emociones positivas. Todo a flor
de piel.
Gratitud por que cuando
surgen estos momentos la vida me permite vivir estos sentimientos. Es
una gran oportunidad la que me ofrece la vida. Lagrimas y sonrisas de
gratitud.
Es mediodía cuando
escribo esto sobre el papel.
Haber conectado el
cuerpo, la mente a través del yoga resulta hermoso; al conectar
nuestro ser con la tierra y el universo.
Expirar, exhalar,
observar, sentir.
Es hermoso reencontrar
algo del pasado, sin buscarlo, sin esperarlo y poder emocionarse de
forma tan positiva.
Es un hermoso día. El
sol brilla no hay ninguna nube en lontananza que amenace al día.
Nada perturba. Mi sonrisa me acompaña. Delata mi buen estado de
ánimo. Son emociones de felicidad lo que fluye en todo mi ser. De
gratitud por vivir. Hoy, mi mente no se perturba, todo lo contrario.
Es una gran emoción de felicidad la que fluye por mi. No hay queja.
Solo hay una dirección: vivir con gratitud.
Han pasado unos
veinticinco años para vivir este momento. Vivirlo, de nuevo, junto a
una amiga y recibirlo de la sabiduría de la hermana de aquella
maestra.
Gracias, con el
pensamiento, la palabra y el corazón.
Lucía.
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